Sin plásticos, papel, ni materiales de un solo uso; con buena parte de la programación en horario diurno para ahorrar energía; y penalizando la utilización del vehículo privado. Estas son solo algunas de las numerosas medidas que hemos adoptado en esta segunda edición. Además, acabamos obtener la etiqueta “CeroCO2”, que reconoce que se ha calculado la huella de carbono y que nos compromete a compensar las emisiones generadas durante el festival que no se hayan podido evitar.
Según un informe de la OBS Business School, se estima que en España los festivales tienen un impacto económico total de 5.600 millones de euros. Una rentabilidad muy alta que es proporcional a las consecuencias negativas que los festivales tienen sobre el medioambiente.
Los miles de litros de gasoil que hacen funcionar los generadores; el desplazamiento de los asistentes y los residuos que estos generan o el uso de productos químicos nocivos en los aseos y los retretes son algunos de los factores que constituyen la huella de carbono de los festivales de música. Eso sin contar con el exceso de decibelios, que puede perturbar a la fauna del entorno.
Conscientes de que este tipo de eventos no pueden seguir siendo ajenos al compromiso medioambiental, nos hemos propuesto convertirnos en uno de los festivales más sostenibles del país. Así, hemos apostado por una nueva edición en la que cada decisión ha sido tomada teniendo en cuenta las particularidades del entorno en el que se desarrolla. Por ejemplo: no hay actividades durante el periodo de cría de las especies que viven en la zona.
Como reconocimiento al esfuerzo de calcular la huella de carbono que genere el festival y conseguir la neutralidad, ECODES nos ha otorgado la etiqueta CeroCO2 para el año 2021. Esta fundación ha estimado que la huella de carbono durante los cuatro días de programación estará en torno a 43 toneladas de CO2 equivalente, de las cuales la mayor parte pertenece al desplazamiento de los asistentes. Ahora, tenemos el compromiso de reducir y compensar posteriormente aquellas emisiones que no se hayan podido evitar aportando la cantidad económica proporcional a estas toneladas de CO2 equivalente a uno de los proyectos de compensación incluidos en el Mercado Voluntario de Carbono (MVC).
Gastronomía en frío de la mano de pequeños productores
Los artistas que componen el cartel de este año, –La Habitación Roja, Viva Suecia, La Pegatina, Niños Mutantes, Samba de Praça, Iván Ferreiro, Novedades Carminha, Mediapunta, Iseo & Dodosound e Irregular Roots– tendrán el privilegio de actuar en un bosque de ribera a los pies del río Huerva. Una joya natural que ha configurado el modo de vida de los vecinos de Mozota, una localidad tradicionalmente agrícola en la que se aprecian los productos ‘del campo a la mesa’. Por ello, y por el consumo que suponen las cocinas y las foodtrucks, estas se han sustituido por elaboraciones en frío realizadas por pequeños productores artesanos, poniendo en primer lugar el sabor y la calidad. “Nuestra producción depende íntegramente de la naturaleza y el medio ambiente, debiendo ser siempre una prioridad y una preocupación”, apuntan desde Conserveira do Sul, responsables de la firma portuguesa Good Boy, que participarán con su deliciosa caballa en aceite de oliva al curri con piri-piri.
Para poner freno al desperdicio, los asistentes podrán hacer sus pedidos a través de la app Watson de servicio a mesa. De esta forma, no tendréis que desplazarse por el recinto y se garantizarán las medidas de distanciamiento. “Compramos solo los productos necesarios según la cantidad de asistentes, los datos de nuestra plataforma de ticketing y los reportes de consumo anteriores registrados en nuestra app de servicio a mesa”, explican los organizadores. Además, para reducir el gasto energético, más de la mitad de la programación será diurna y las bombillas del recinto serán de bajo consumo.
Otro de los grandes problemas de los festivales de música convencionales es la cantidad de residuos que producen. Aunque a nivel nacional no hay datos concluyentes, se calcula que en Reino Unido estos eventos generan unas 23.500 toneladas de desechos. Una cifra inasumible teniendo en cuenta la emergencia climática en la que el planeta está sumido. Por este motivo, en El Bosque Sonoro evitamos el plástico, papel u otros materiales de un solo uso. Los vasos y los platos son compostables y están elaborados con fécula de maíz y, todas las comunicaciones se realizarán por vía digital, y los elementos decorativos serán reciclados.
Con los residuos orgánicos y el material biodegradable, como los restos de alimentos, se realizará compost. Para facilitar a los asistentes el reciclaje, habrá contenedores por todo el recinto, y en las tareas de limpieza únicamente se utilizarán jabones y detergentes ecológicos.
Para complementar estas acciones, por cada entrada vendida -y ya van 2.500-, el festival se compromete a plantar un árbol a través de la plataforma Tree Nation. Y el reto es llegar hasta los 5.000. Gracias a lo recaudado con la ‘fila 0’ de la pasada edición, con la ayuda de los vecinos y del vivero del Gobierno de Aragón, se reforestó una zona degradada del pueblo con más de 280 árboles.
Penalizando los malos humos
En el apartado de movilidad, el festival favorecerá a quienes acudan en transporte público, bicicleta u otros medios no contaminantes. De hecho, se ‘penalizará’ a los asistentes que se trasladen hasta la localidad en sus vehículos particulares restringiendo al máximo las plazas de parking y cobrando por su uso. Como alternativas, la organización fletará autobuses desde la capital aragonesa (cuyo precio está incluido en la entrada) e informará de los carriles bicis y las vías ciclistas, premiando a quienes los usen con una consumición gratuita. Además, se habilitarán senderos, aparcamientos y accesos adaptados para las personas con movilidad reducida.
Por último, el festival calculará la cantidad de Gases de Efecto Invernadero (GEI) emitidos y la compensará con acciones de reforestación y la puesta en marcha de proyectos de carácter ambiental. Todo ello encaminado a conseguir que, en un futuro no muy lejano, el festival pueda ser considerado un evento 100% sostenible. En definitiva, para que El Bosque Sonoro no sea parte de los problemas que sufre Mozota (aislamiento, despoblación, envejecimiento…) y se convierta en parte de su solución.
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