En nuestro festival toda la oferta gastronómica se basa en las elaboraciones de pequeños productores artesanos llegados desde todas partes de España e incluso Portugal. Se ha buscado ofrecer a los asistentes platos que reflejaran el trabajo de antaño y que les transportaran hasta la cocina de sus antepasados. Platos que, además, se sirven en frío para evitar el alto consumo energético que suponen las cocinas y las foodtrucks. “Contra la bio simplificación y en pro del rescate de identidades, hemos querido confeccionar una oferta gastronómica que reivindica las elaboraciones tradicionales, respetuosas con el medioambiente y sostenibles”.
La carta de alimentos que el público podrán degustar mientras canta y baila al ritmo de la música de Iván Ferreiro, Novedades Carminha, Mediapunta, Iseo & Dodosound, Irregular Roots, La Habitación Roja, Viva Suecia, La Pegatina, Niños Mutantes y Samba de Praça incluirá once elaboraciones de ocho pequeños productores. Desde la provincia de Teruel llegarán las creaciones de la empresa Laurel y Tomillo, ubicada en Lagueruela: lomo al azafrán con zanahoria y cebolletas encurtidas y bocados de pavo confitado con tomates desecados al sol en Vilamós. La Panadería Simón, de Zaragoza, será la encargada de proporcionar el pan de masa madre.
La provincia vecina de Navarra estará representada en el festival por la conservera familiar El Juncal, que despachará corazones de alcachofa con denominación de origen y limpiadas a mano con aceite del bajo Aragón, y yemas de espárrago con mostaza de habanero. La quesería artesanal Devas Gourmet, ubicada en Escalonilla (Toledo), se ha encargado de elaborar una crema de queso manchego con guindillas caramelizadas, con toques dulces y picantes, que no dejará a nadie indiferente.
Desde Cáceres llegará una de las elaboraciones más curiosas que se podrán probar durante el festival: la morcilla de calabaza. Será de la mano de la empresa familiar Sierra de las Villuercas. Completarán la oferta gastronómica las tarrinas de crema de calabaza y de berenjenas ecológicas de la conservera Tarro Verde (Cuenca); las patatas fritas artesanas de La Azucena (Madrid), y la caballa en aceite de oliva al curry con piri-piri de Good Boy (Conserveira do Sul), localizada en la ciudad lusa de Olhão.
Y como tan importante como el contenido es el continente, la compañía bilbaína de diseño Cookplay será la encargada de proveer los vasos, platos y cubiertos que se utilizarán en el evento, todos ellos elaborados con pulpa de caña de azúcar.
Una defensa de la tierra sin precedentes
Los impulsores de El Bosque Sonoro entienden la comida como algo más que la mera suma de alimentos. “En la alimentación confluyen elementos culturales de la diversidad biológica y territorial del país. Desde El Bosque Sonoro creemos en la semilla como patrimonio cultural”, señalan. Por ello, sin dejar de lado otros territorios, han prestado especial atención a lo que la tierra que acoge el festival podía ofrecerles. En este sentido, destaca la alianza entre la empresa cervecera zaragozana Ámbar y El Bosque Sonoro. Una colaboración que va mucho más allá del patrocinio, y que es una apuesta en firme por el talento, la sostenibilidad y lo local.
Además de Cervezas Ámbar, en el festival cobrará una gran importancia otra bebida de la tierra: el vino Las Paradas, del viticultor Gil Pegenaute. Elaborado con garnachas en la localidad de Tabuenca, en la D.O. Campo de Borja, es el resultado de aunar tradición e historia, poniendo en valor la España deshabitada. El sabor y el aroma de Las Paradas también recuerda al de un bosque, uno rodeado de encinas, enebros y sabinas. Naturaleza en estado puro de la que el productor hará partícipes a los artistas de El Bosque Sonoro obsequiando a cada uno de ellos con una botella de su cosecha.